El segundo día del paro de ómnibus en toda la provincia pasó con desolación en las calles, complicaciones -entre pasajeros y trabajadores- e incertidumbre por no saber hasta cuándo se mantendrá la medida de fuerza impulsada por la Unión Tranviarios Automotor (UTA). “En esta situación, puede pasar cualquier cosa”, advirtió César González, secretario general del gremio. Incluso dice desconocer la magnitud que puede llegar a tomar la huelga. “De acuerdo a lo que los empresarios han manifestado, de que no están en condiciones ni de abonar el 50% del salario de junio, la veo bastante difícil”, remarcó.
Los trabajadores de las 70 líneas -urbanas e interurbanas- del transporte público de pasajeros paralizaron el servicio desde el sábado en reclamo de sus sueldos. El jueves venció el plazo para cobrar sus haberes y ninguna firma depositó los fondos.
González aseguró que están “abiertos al diálogo” y que hasta aquí no recibieron ningún tipo de propuestas ni del sector empresarial ni de la Provincia o el Municipio de la capital. “Todo lo tenemos que analizar, evaluar y decidir de manera conjunta, pero hasta acá no tenemos nada. Estamos esperando que nos llamen para ver qué propuesta nos hacen. A las 9 están citados los delegados al gremio”, adelantó el secretario de UTA.
Contraparte y mediación
Desde la Asociación de Empresarios del Transporte Automotor de Tucumán (Aeatat), habían adelantado que no contaban con los fondos suficientes para abonar el medio aguinaldo y el salario completo. Subrayaron que el sector está en crisis debido a la inflación y a que ya no reciben subsidios para el combustible. “Estamos en una situación terminal. No vemos luz al final del túnel porque los costos suben en ascensor y las ganancias bajan en escalera”, había expresado Jorge Berretta, vicepresidente de Aetat.
El secretario de Transporte y Seguridad Vial de Tucumán, Benjamín Nieva, consideró que el reclamo es justo y afirmó que están en contacto permanente con las partes para tratar de hallar una solución. Recordó, además, que la Provincia aporta $ 130 millones mensuales para subsidios del transporte, y afirmó que los $ 54 millones que debe aportar la Nación están con demoras de casi tres meses. “No están liberando los fondos. Tengo entendido que Tucumán no es la única provincia. Nosotros presentamos la documentación en tiempo y en forma”, afirmó Nieva.
Espera que desespera
Domingo en el microcentro. Los rayos de sol del ocaso se escurrían entre los edificios y coloreaban de naranja el oscuro hormigón, entregando una perfecta tarde tucumana de invierno. Bajo esa atmósfera, las paradas de colectivos lucían casi vacías en Santiago al 400. Sin embargo, de pie, sobre el asfalto, María Cecilia Torres miraba hacia el infinito a ver si llegaba ese 118 que, en ese instante, conocería que nunca iba a venir. “¿Hay paro de colectivo?”, dijo sorprendida mientras exponía un poco más sus ojos celestes ante la consulta de LA GACETA. “Ahora tengo que deshacer todo mi plan. Ya la llamo a mi hermana y le digo que es imposible que vaya porque hay paro de colectivos. Pensaba juntarme con ellas en Yerba Buena, me estaban esperando para una reunión familiar”, rezongó.
Torres, propietaria de una pyme especializada en envoltorios de regalos, consideró que la medida de fuerza atenta contra la economía de las pequeñas empresas. “El sábado mi empleada no ha podido ir a trabajar, y yo también tengo que pagar los sueldos”, manifestó mientras coordinaba por teléfono con su hermana para llegar a Yerba Buena.
A unos pocos metros, Leonela Frías estaba sentada en el refugio, sosteniendo un bolso sobre sus piernas. Con la capucha puesta para combatir el frío, la joven enfermera explicaba que había terminado su jornada de trabajo en El Bracho (departamento Cruz Alta) y que estaba aguardando a que la pasaran a buscar para llevarla a su casa, en Villa Mariano Moreno.
“Me afecta el paro. Mañana tengo que trabajar. Si bien la empresa pone un colectivo para trasladar a los empleados, nos deja en el centro. Para llegar a la casa tengo que gastar $ 200 en taxi”, indicó la joven que trabaja en una central termoeléctrica. Además se despachó contra el empresariado. “Me parece toda una mentira. Plata tienen, pero están esperando que el Gobierno les dé subsidios para solucionar la situación”, lanzó Fríaz.
“Día perdido”
En un quiosco de la zona, Juan se entretenía con el relato radial de la final de la Copa América entre Brasil y Perú en un costado del salón. “Es un día perdido. Hubo un cuarto de ventas en comparación con otro domingo. Considero que es por el paro, porque la gente no sale. Ayer fue igual: cuando no hay colectivos, el movimiento es nulo. Sólo sale el que lo hace por obligación”, opinó. Además, aseguró que este tipo de medidas impacta mucho en la recaudación del quiosco. “Nuestro trabajo es con la gente del colectivo. Se consiguen clientes por la carga (de saldo en la tarjeta), y luego se vende algo más”, explicó. E insistió: “con el paro no complicás a los empresarios, afectás más a la gente”.
En la esquina de San Juan y Muñecas, los taxistas Roberto, Ernesto y Osvaldo seguían el partido mientras aguardaban por algún pasajero. Los choferes apuntaron que, a diferencia de lo que se cree, su trabajo muchas veces se ve afectado con la medida de fuerza del transporte público. “El paro también nos arruina porque la gente no sale. Los sábados, salen en colectivo a hacer comprar y vuelven en taxis”, dijo Ernesto.
Respecto a lo que se espera para hoy, Roberto estimó: “como no hay escuelas ni Tribunales, porque están de feria, creo que se va a trabajar como un sábado”.